Fue un año trágico para las lenguas indígenas de lo
que era entonces la Nueva España. Tal año entraron en vigor leyes que prohibían
el uso de las lenguas de México, en especial del náhuatl, como lenguas para la
enseñanza y la expedición de documentos oficiales. Debido a esa legislación se
dejaron de traducir obras básicas de la literatura occidental al náhuatl. Y el
náhuatl se dejó de emplear en las escuelas y se consideraba grosero que los
jóvenes indígenas hablaran su lengua delante de las autoridades españolas.
Desde entonces el náhuatl, que había fascinado a los
clérigos y lo sabios que se adentraban en él, se convirtió en una lengua
avasallada restringida al uso popular y lo que ahora conocemos como folklor
(que si bien no tiene nada de malo es sólo una de las muchas expresiones
culturales).
En la actualidad, ahora que poseemos un discurso
reivindicatorio para justificar la preservación y expansión de las lenguas
originarias sólo falta mucho trabajo para que vuelvan a ser canal para la
ciencia, la literatura, el arte y el pensamiento universal.
Mā occēpa totlahtōl nehnemi ītlōc in centlācayōtl ītlamatiliz.
Īchicāhualiztica tohuēhuenemiliz ticchīhuazqueh in yancuīc in petztic
nāhuatlahtōlli tlein quipiya moch tlamatiliztli, iuhquiya in Caxtillahtōlli zo
in Aglatlahtōlli. Mā ticmocuitlahuiz mochīhuaz inin.
Tlā nāhuatlahtōlli huel xicmomachti. Intlā ca ye
timācēhuallahtoa mā xicahcicāmati occē tlahtōlli tlen occē āltepēctzintli zo
huēhuetlatōlli. Tlā xictēmachti in. Nāhuatlahtōltica xitlahcuilo.
Tihīyōhuizqueh timācēhualtin tichicāhuaqueh.
Totlahtol nemiz nō hueyiyaz.